jueves, 20 de agosto de 2020

6TO 1ER Y 6TO 2DA. ACTIVIDAD 2: TIPOS DE ÉTICA

Buenas tardes chicas y chicos!!! les subo la tarea de esta semana.

ACTIVIDAD 2: TRABAJO PRÁCTICO

MIREN EL CORTOMETRAJE “Bilú y Joao”, dirigido por KátiaLund ES PARTE DE LA PELICULA “Todos los niños invisibles” (2005) Unicef.  
PRESTEN ATENCIÓN, PARA  realiza la actividad 1, 2 y 3

   

 

1)    Observan alguna acción de alguno de los personajes que deba convertirse en “una máxima (norma o regla) tal que puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal”, como diría el imperativo categórico kantiano.

 Describan y fundamenten la elección.

2)    Kant propone dos criterios para comprobar la universalidad de la norma: el de autocontradicción y el de inaceptabilidad. Sintetícenlos. Luego piensen en alguna acción de algunos de los personajes (principales o secundarios) que no se deba universalizar, o sea, que no se deba hacer por cumplir con los criterios anteriormente mencionados.

3)    Elijan una acción de alguno de los personajes y piensa si actúo contrario al deber, conforme al deber o por el deber en sí. Describan y fundamenten la elección.

4)    4) El utilitarismo afirma que “el fin justifica los medios” si se cumplen determinadas condiciones. Piensa y describan una situación en la que consideren que el fin justifica los medios. Fundamenten teniendo en cuenta las condiciones que proponen los utilitaristas.

5)    Piensa y responde: ¿a qué ética normativa corresponde el siguiente fragmento: consecuencialista o deontológica? ¿utilitarista o kantiana? Explica. Además, piensa como sería una tercera posición.

 

-       “¿Quieres saber si tal o cual acción es buena o condenable? Pregúntate qué ocurriría si todos se comportaran como tú (…) Imagínate, a fortiori, que todos mintieran, que todos mataran, que todos robaran, violaran, agredieran, torturaran… ¿Cómo podrías querer semejante humanidad? ¿Cómo podrías quererla para tus hijos? ¿Y en nombre de qué podrías exceptuarte a ti mismo? Es necesario, pues, que te prohíbas a ti mismo lo que condenarías a los demás (…) Éste es el punto decisivo: se trata de someterse personalmente a una ley que creemos vale, o debe valer, para todos”. Comte-Sponville, Invitación a la filosofía.


ÉTICA KANTIANA

“Dormía y soñaba que la vida era bella;desperté y advertí que la vida era deber” – Kant

 

La ética kantiana se engloba dentro de las éticas del deber que niegan que se pueda justificar y fundamentar la corrección moral de una acción en sus buenas consecuencias. En lugar de centrarse en las consecuencias, las éticas de deberes se centran en el deber. Consideran que hay principios o normas que deben respetarse. De ahí que estas teorías se conozcan como "éticas de principios".

Según el filósofo alemán InmanuelKant (1924-1804) lo único absolutamente bueno, siempre y en toda situación, es a buena voluntad. Y decir que una persona actúa por buena voluntad equivale a decir que actúa por respeto al deber y no solo conforme al deber. Se puede actuar conforme al deber, pero por motivos interesados, esto es, movido por inclinaciones, deseos, ventajas o consecuencias beneficiosas. En cambio, actuar por respeto al deber es tener como único motivo el propio deber, el deber puro.

Ahora bien ¿qué significa actuar por deber?Es actuar por respeto a la ley moral.El deber es un imperativo. Un imperativo sin condiciones, un imperativo absoluto o categórico. Sin embargo, no nos lo impone ni la sociedad, ni una autoridad externa, ni Dios, ni nuestras propias inclinaciones o creencias: nos lo imponemos nosotros mismos en tanto que seres racionales. Actuar por deber es obedecer la voz de la razón que hay en nosotros. La persona que escucha y se guía por la razón actúa como corresponde a un ser racional. Para nosotros, humanos, la voz de la razón se nos impone como un deber porque somos seres racionales imperfectos. Y somos imperfectos porque estamos dotados de deseos e inclinaciones que nos impulsan en sentido distinto al de la razón. Si fuésemos seres racionales perfectos, dotados solamente de razón, la voz de la razón no nos parecería un deber, sino que la seguiríamos espontáneamente.

Se pueden distinguir dos tipos de imperativos o mandatos

-       El imperativo hipotético tienen la forma: “no debo matar si no quiero ir preso”. En estos imperativos hay una condición (no quiero ir preso) que quiero cumplir con el principio que sigo. La acción depende de esa condición que se impone desde fuera. Entonces no soy totalmente libre porque dependo del cumplimiento de eso exterior.

-       El impertativo categórico, en cambio, como ya anticipamos, es incondicional, objetivo y autónomo, y tiene la forma: independientemente del fin que quieras alcanzar, actúa de tal o cual manera. Un ejemplo sería “no debo matar” y no debo hacerlo al margen de las consecuencias que luego me traiga la acción.

¿Y cuál es la voz de la razón? ¿Cuál es el deber que la razón nos impone, que nos imponemos en tanto que seres racionales? Según kant, la razón prescribe la ley según la cual han de vivir los seres racionales: la ley moral. Y esta ley moral, que se dirige a los mismos seres racionales que la dictan, ha de ser tan formal- tan universal y racional, diríamos- que no contenga referencia alguna a circunstancias particulares- a deseos o inclinaciones, por ejemplo. Es como si la razón dijera: "Actúa solo según una máxima (norma o regla) tal que puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal". Kant denomina a este imperativo de la razón, del cual ofrece hasta cuatro formulaciones distintas, "imperativo categórico". Otra formulación interesante es la siguiente: "Actúa de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre y al mismo tiempo como fin, nunca simplemente como medio". Actuar correctamente nos obliga a no tratar a las personas- incluso a uno mismo- sólo como medios, sino como fines en sí mismas: las personas merecen respeto.Kant entiende que cada hombre tienen que ser valorado por igual.

La ley moral expresada en el imperativo categórico se concreta en normas morales que constituyen nuestras obligaciones o deberes. Para conocer cuáles son esas normas, es decir, para saber si una determinada norma es compatible con la ley moral hay que comprobar si es universalizable: si se puede pensar o querer que sea ley universal, es decir, que todos la cumplan. Una norma es moral si y solo si es universalizable. Cabe afirmar, por tanto, que para Kant la corrección moral de una acción, o la obligación moral de realizarla, se justifica solo por la existencia de principios y normas morales que deben respetarse. A su vez, el fundamento de las normas morales reside en la exigencia de universalizabilidad de la razón.

Kant propone dos criterios para comprobar la universalizabilidad de una norma. El primero es el criterio de autocontradicción: hay normas que es imposible pensar que sean leyes universales, ya que si todo el mundo las cumpliera no se podrían realizar. Si para salir de un apuro económico pido prestado dinero prometiendo devolverlo aun a sabiendas de que no lo hará, la norma que justifica mi acción ("hay que hacer promesas falsas") sería irrealizable al universalizarse. Si todo el que se encontrara en un apuro prometiera algo con la intención de no cumplirlo, las promesas se harían imposibles, porque nadie creería lo que se le promete. En un mundo en que todas las promesas hechas en un momento difícil fuesen falsas, sería lógicamente imposible hacer en un momento difícil una promesa, porque al saber que era falsa todos sabrían que no era una promesa. El segundo es el criterio de la inaceptabilidad: hay normas que es imposible querer que sean leyes universales, ya que si todo el mundo las cumpliera resultarían inaceptables para los seres racionales. Si una persona renuncia a ayudar a otra que está en dificultades. Aún pudiendo ayudarla, la norma que justifica su acción ("no hay que ayudar a nadie si no se obtiene beneficio, aunque no cause inconveniente") sería inaceptable al universalizarse. Esta norma no podría ser querida por un ser racional, dado que es racional pensar que puede haber muchos casos en que se necesitará la ayuda de otras personas.

 

Kant divide los deberes que emanan de las normas morales en deberes estrictos o perfectos (no admiten ser limitados por otros deberes) y deberes meritorios o imperfectos (admiten ser limitados por otros deberes) y en deberes hacia uno mismo y deberes hacia los demás. Esto da cuatro clases: deberes perfectos hacia uno mismo (conservar la propia vida), deberes perfectos hacia los demás (no mentir, no hacer promesas falsas, cumplir las promesas), deberes imperfectos hacia uno mismo (cultivar los propios talentos) y deberes imperfectos hacia los demás (contribuir a su felicidad, ser generoso). Kant supone que las normas morales al ser universalizables no admiten excepciones. Eso significa, en primer lugar, que obligan a todo ser racional y, por tanto, nadie es excepcional y, en segundo lugar, significa que han de cumplirse en toda circunstancia so excepción, sean cuales sean las consecuencias: nada cambia si, en un caso determinado, tendría mejores consecuencias no decir la verdad.

Con todo, según Kant, el valor moral de una acción no es sólo la conformidad con las normas morales que constituyen el deber. Una acción conforme al deber es simplemente una acción correcta. Su valor moral depende del motivo por el cual ha sido realizada. Y el único motivo que otorga valor moral a una acción es realizarla por respeto al deber. Por ejemplo, si una te encuentras en un lago profundo a una persona que se está ahogando y te la salvas porque esa persona te debía una importante suma de dinero y si moría no podrías cobrar, Kant diría que estás actuando de conformidad con el deber, dado que lo que motivó esa acción es por  inclinación o interés. Solo tendrá valor moral, si salvas a la persona por respeto al deber en sí, sin ningún tipo de interés. En definitiva, lo único que da valor moral a una acción es la intención: actuar por respeto al deber. Esto es la buena voluntad.Contrario al debersería no ayudarla y así no salvarla. 

Esta teoría también tiene ventajas e inconvenientes. De la ética kantiana se han destacado algunas características que la puedan hacer convincente. En primer lugar, la preeminencia de que goza la razón, al convertirse en el fundamento último de la moral. En segundo lugar, que las acciones correctas dependan de normas morales parece captar el carácter de obligatoriedad- y no de deseo, aunque racional- que tiene la moral. En tercer lugar, el carácter universal de las normas morales, que hace que nadie pueda considerarse una excepción, introduce el carácter de imparcialidad que tiene la moral. Y finalmente, que el auténtico valor moral resida en la intención, ya que parece más digno de valor moral decir la verdad porque es un deber, que hacerlo por inclinación egoísta. Los críticos han objetado a Kant el carácter absolutista de su teoría, es decir, que no atienda a las circunstancias particulares de cada caso y, por tanto, que los deberes morales no tengan nunca en cuenta las consecuencias de las acciones. Si el deber obliga a no mentir, las consecuencias de que una persona que esconde en la buhardilla a una familia judía diga la verdad a una patrulla nazi pueden ser tan perjudiciales que parecería una inmoralidad confesar la verdad.

ÉTICA UTILITARISTA

“Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho” - Mill

   Para el utilitarismo –una corriente de la filosofía moral que tiene a Bentham y John Stuart Mill como sus más importantes exponentes modernos-, son las consecuencias de nuestras acciones las que deben tomarse en consideración a la hora de evaluar el valor moral de cada acción. El utilitarismo sostiene que la utilidad es el criterio de lo que es justo o injusto. Que una acción sea útil significa que produce un determinado rango de placer o ausencia de dolor. En este punto, el utilitarismo se reconoce heredero del hedonismo de Epicuro (buscar el placer y evitar el dolor). Para el utilitarismo, pues, el principio de utilidad (o principio la mayor felicidad) constituye el fundamento de la moral. El principio de utilidad sostiene “las acciones son justas en la proporción con que tienden a promover la felicidad; e injustas en cuanto tienden a producir lo contrario a la felicidad. Se entiende por felicidad el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad el dolor y la ausencia de placer” sostiene Mill en su obra “El utilitarismo”.

Los placeres y los dolores en las acciones no conciernen exclusivamente al agente, sino a la mayoría de los involucrados en la acción. Las acciones son justas únicamente si promueven la felicidad general (o del mayor número posible de personas). Para Mill el placer y la exención del dolor son las únicas cosas deseables como fines. A diferencia de Bentham, Mill piensa que los placeres pueden ser avaluados, no sólo cuantitativamente, sino también cualitativamente. Hay dos grandes clases de placeres: los corporales y los intelectuales. Siguiendo la tradición filosófica, Mill defiende la superioridad de los placeres del intelecto por sobre los del cuerpo debido, principalmente, a la mayor permanencia, seguridad y facilidad de adquisición de los primeros. Mill asevera: “Los placeres del intelecto, de los sentimientos y de la imaginación y de los sentimientos morales (poseen) un valor más elevado en cuanto placeres que los de la pura sensación (…) los placeres de una bestia no satisfacen la concepción de felicidad de un ser humano. Los seres humanos poseen facultades más elevadas que los animales”. No admitir esta diferencia tiene algo de degradante porque implica desconocer la superioridad de los seres humanos y confundir la felicidad con la mera satisfacción o contento afirmaría Mil. De este modo, las elecciones entre las acciones posibles no dependen solamente del número de placeres a los que dan lugar, sino también del tipo de placer que provocan. Pero, ¿cómo determinar la diferencia cualitativa entre diversos placeres? La respuesta de Mill es esta: si, de dos placeres, hay uno al que le dan preferencia todos (o casi todos) aquellos que los han experimentado, ese es el placer más deseable. Si aquellos que tienen conocimiento de ambos placeres colocan uno por encima de otro, entonces está justificado otorgarle a ese placer la superioridad cualitativa.

Ahora bien, un ser con capacidades superiores desarrolladas necesita más para sentirse pleno y feliz. Cuanto más simple sea alguien, más fácil le resultará satisfacerse; sin embargo, una persona cultivada no va a contentarse con lo más fácil o lo inferior. Como Mill afirmaba: “Es indiscutible que el ser cuyas capacidades de goce son pequeñas tienen más oportunidad de satisfacerlas plenamente; por el contrario, un ser muy bien dotado siempre considerará que cualquier felicidad que pueda alcanzar, tal como el mundo está constituido, es imperfecta. Pero puede aprender a soportar sus imperfecciones, si son en algún sentido soportables. Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho. Y si el necio o el cerdo opinan de un modo distinto es a causa de que ellos solo conocen una cara  de la cuestión. El otro miembro de la comparación conoce ambas caras”. Vale decir que un ser superior está en mejores condiciones para juzgar lo bueno y, aunque a veces no pueda alcanzarlo, no estará dispuesto a perseguir lo inferior, porque eso siempre va a dejarlo en condiciones de insatisfacción.

 

Así pues, desde la perspectiva utilitarista, toda acción moral correcta tiene que poder producir cierta utilidad general. Desde esta perspectiva, la inmolación del héroe o del mártir carece de valor moral si no redunda en beneficio de los demás. El sacrificio tiene sentido si se realiza por algún fin, pero el sacrificio mismo no es un fin en sí mismo. A juicio de Mill, es sólo el estado imperfecto del mundo lo que causa que, en ocasiones, el mejor modo de servir a los demás sea la renuncia de a la propia felicidad. Es por ello que Mill ponía énfasis en las reformas sociales. Señalaba que, después del egoísmo, la principal causa de insatisfacción ante la vida es la falta de cultivo intelectual, y defendía que las principales calamidades de la humanidad –la pobreza y la enfermedad- podrían ser combatidas a través del desarrollo de la inteligencia y del conocimiento.

 

EN RESUMEN

 

  El principio de utilidad (o de mayor felicidad) constituye el fundamento de la moral: la mayor felicidad para el mayor número de individuos. Ahora bien, ¿el fin justifica los medios? El utilitarismo está dispuesto a admitir que el fin justifica los medios cuando:

a)    El bien del fin supera la suma de todos los males que los medios provocan,  b) el fin debe alcanzarse, es decir, no debe haber errores, c) el fin no se puede obtener por otros medios. 

 
TODO TAMBIÉN ESTA EN CLASSROOM ES PARA LOS QUE NO PUEDEN ACCEDER A LA PLATAFORMA. 

ABRAZOS FILOSÓFICOS

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