Buenas tardes chicas y chicos!!! les subo la tarea de esta semana.
1) Observan alguna acción de alguno de los personajes que deba convertirse en “una máxima (norma o regla) tal que puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal”, como diría el imperativo categórico kantiano.
Describan y fundamenten la elección.
2) Kant propone dos criterios para comprobar la
universalidad de la norma: el de autocontradicción y el de inaceptabilidad.
Sintetícenlos. Luego piensen en alguna acción de algunos de los personajes
(principales o secundarios) que no se deba universalizar, o sea, que no se deba
hacer por cumplir con los criterios anteriormente mencionados.
3) Elijan una acción de alguno de los personajes y piensa
si actúo contrario al deber, conforme al deber o por el deber en sí. Describan
y fundamenten la elección.
4) 4) El
utilitarismo afirma que “el fin justifica los medios” si se cumplen
determinadas condiciones. Piensa y describan una situación en la que consideren
que el fin justifica los medios. Fundamenten teniendo en cuenta las condiciones
que proponen los utilitaristas.
5) Piensa y responde: ¿a qué ética normativa corresponde
el siguiente fragmento: consecuencialista o deontológica? ¿utilitarista o
kantiana? Explica. Además, piensa como sería una tercera posición.
- “¿Quieres
saber si tal o cual acción es buena o condenable? Pregúntate qué ocurriría si
todos se comportaran como tú (…) Imagínate, a
fortiori, que todos mintieran, que todos mataran, que todos robaran,
violaran, agredieran, torturaran… ¿Cómo podrías querer semejante humanidad?
¿Cómo podrías quererla para tus hijos? ¿Y en nombre de qué podrías exceptuarte
a ti mismo? Es necesario, pues, que te prohíbas a ti mismo lo que condenarías a
los demás (…) Éste es el punto decisivo: se trata de someterse personalmente a
una ley que creemos vale, o debe valer, para todos”. Comte-Sponville, Invitación a la filosofía.
ÉTICA
KANTIANA
“Dormía y soñaba que la vida era bella;desperté y advertí que la vida era deber” – Kant
La ética kantiana se engloba dentro de las éticas del
deber que niegan que se pueda justificar y fundamentar la corrección moral de
una acción en sus buenas consecuencias. En lugar de centrarse en las
consecuencias, las éticas de deberes se centran en el deber. Consideran que hay
principios o normas que deben respetarse. De ahí que estas teorías se conozcan
como "éticas de principios".
Según el filósofo alemán InmanuelKant (1924-1804) lo
único absolutamente bueno, siempre y en toda situación, es a buena voluntad. Y
decir que una persona actúa por buena voluntad equivale a decir que actúa por
respeto al deber y no solo conforme al deber. Se puede actuar conforme al
deber, pero por motivos interesados, esto es, movido por inclinaciones, deseos,
ventajas o consecuencias beneficiosas. En cambio, actuar por respeto al deber
es tener como único motivo el propio deber, el deber puro.
Ahora bien ¿qué significa actuar por deber?Es actuar por respeto a la ley moral.El deber es un imperativo. Un imperativo sin condiciones, un imperativo absoluto o categórico. Sin embargo, no nos lo impone ni la sociedad, ni una autoridad externa, ni Dios, ni nuestras propias inclinaciones o creencias: nos lo imponemos nosotros mismos en tanto que seres racionales. Actuar por deber es obedecer la voz de la razón que hay en nosotros. La persona que escucha y se guía por la razón actúa como corresponde a un ser racional. Para nosotros, humanos, la voz de la razón se nos impone como un deber porque somos seres racionales imperfectos. Y somos imperfectos porque estamos dotados de deseos e inclinaciones que nos impulsan en sentido distinto al de la razón. Si fuésemos seres racionales perfectos, dotados solamente de razón, la voz de la razón no nos parecería un deber, sino que la seguiríamos espontáneamente.
Se pueden distinguir dos tipos de imperativos o mandatos
- El
imperativo hipotético tienen la forma: “no debo matar si no quiero ir preso”.
En estos imperativos hay una condición (no quiero ir preso) que quiero cumplir
con el principio que sigo. La acción depende de esa condición que se impone
desde fuera. Entonces no soy totalmente libre porque dependo del cumplimiento
de eso exterior.
- El impertativo categórico, en cambio, como ya anticipamos, es incondicional, objetivo y autónomo, y tiene la forma: independientemente del fin que quieras alcanzar, actúa de tal o cual manera. Un ejemplo sería “no debo matar” y no debo hacerlo al margen de las consecuencias que luego me traiga la acción.
¿Y cuál es la voz de la razón? ¿Cuál es el deber que la
razón nos impone, que nos imponemos en tanto que seres racionales? Según kant,
la razón prescribe la ley según la cual han de vivir los seres racionales: la
ley moral. Y esta ley moral, que se dirige a los mismos seres racionales que la
dictan, ha de ser tan formal- tan universal y racional, diríamos- que no
contenga referencia alguna a circunstancias particulares- a deseos o
inclinaciones, por ejemplo. Es como si la razón dijera: "Actúa solo según una máxima (norma o regla) tal que puedas al
mismo tiempo querer que se convierta en ley universal". Kant denomina
a este imperativo de la razón, del cual ofrece hasta cuatro formulaciones
distintas, "imperativo categórico". Otra formulación interesante es
la siguiente: "Actúa de tal modo
que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier
otro, siempre y al mismo tiempo como fin, nunca simplemente como medio".
Actuar correctamente nos obliga a no tratar a las personas- incluso a uno
mismo- sólo como medios, sino como fines en sí mismas: las personas merecen
respeto.Kant entiende que cada hombre tienen que ser valorado por igual.
La ley moral expresada en el imperativo categórico se
concreta en normas morales que constituyen nuestras obligaciones o deberes.
Para conocer cuáles son esas normas, es decir, para saber si una determinada norma
es compatible con la ley moral hay que comprobar si es universalizable: si se
puede pensar o querer que sea ley universal, es decir, que todos la cumplan.
Una norma es moral si y solo si es universalizable. Cabe afirmar, por tanto,
que para Kant la corrección moral de una acción, o la obligación moral de
realizarla, se justifica solo por la existencia de principios y normas morales
que deben respetarse. A su vez, el fundamento de las normas morales reside en
la exigencia de universalizabilidad de la razón.
Kant propone dos criterios
para comprobar la universalizabilidad de una norma. El primero es el
criterio de autocontradicción: hay normas que es imposible pensar que sean
leyes universales, ya que si todo el mundo las cumpliera no se podrían
realizar. Si para salir de un apuro económico pido prestado dinero prometiendo
devolverlo aun a sabiendas de que no lo hará, la norma que justifica mi acción
("hay que hacer promesas falsas") sería irrealizable al
universalizarse. Si todo el que se encontrara en un apuro prometiera algo con
la intención de no cumplirlo, las promesas se harían imposibles, porque nadie
creería lo que se le promete. En un mundo en que todas las promesas hechas en
un momento difícil fuesen falsas, sería lógicamente imposible hacer en un
momento difícil una promesa, porque al saber que era falsa todos sabrían que no
era una promesa. El segundo es el criterio de la inaceptabilidad: hay
normas que es imposible querer que sean leyes universales, ya que si todo el
mundo las cumpliera resultarían inaceptables para los seres racionales. Si una
persona renuncia a ayudar a otra que está en dificultades. Aún pudiendo
ayudarla, la norma que justifica su acción ("no hay que ayudar a nadie si
no se obtiene beneficio, aunque no cause inconveniente") sería inaceptable
al universalizarse. Esta norma no podría ser querida por un ser racional, dado
que es racional pensar que puede haber muchos casos en que se necesitará la
ayuda de otras personas.
Kant divide los deberes que emanan de las normas morales
en deberes estrictos o perfectos (no admiten ser limitados por otros deberes) y
deberes meritorios o imperfectos (admiten ser limitados por otros deberes) y en
deberes hacia uno mismo y deberes hacia los demás. Esto da cuatro clases:
deberes perfectos hacia uno mismo (conservar la propia vida), deberes perfectos
hacia los demás (no mentir, no hacer promesas falsas, cumplir las promesas),
deberes imperfectos hacia uno mismo (cultivar los propios talentos) y deberes
imperfectos hacia los demás (contribuir a su felicidad, ser generoso). Kant
supone que las normas morales al ser universalizables no admiten excepciones.
Eso significa, en primer lugar, que obligan a todo ser racional y, por tanto,
nadie es excepcional y, en segundo lugar, significa que han de cumplirse en
toda circunstancia so excepción, sean cuales sean las consecuencias: nada
cambia si, en un caso determinado, tendría mejores consecuencias no decir la
verdad.
Con todo, según Kant, el valor moral de una acción no es
sólo la conformidad con las normas morales que constituyen el deber. Una acción
conforme al deber es simplemente una acción correcta. Su valor moral
depende del motivo por el cual ha sido realizada. Y el único motivo que otorga
valor moral a una acción es realizarla por respeto al deber. Por
ejemplo, si una te encuentras en un lago profundo a una persona que se está
ahogando y te la salvas porque esa persona te debía una importante suma de
dinero y si moría no podrías cobrar, Kant diría que estás actuando de
conformidad con el deber, dado que lo que motivó esa acción es por inclinación o interés. Solo tendrá valor
moral, si salvas a la persona por respeto al deber en sí, sin ningún tipo de
interés. En definitiva, lo único que da valor moral a una acción es la
intención: actuar por respeto al deber. Esto es la buena voluntad.Contrario
al debersería no ayudarla y así no salvarla.
Esta teoría también tiene ventajas e inconvenientes. De la ética kantiana se han destacado algunas características que la puedan hacer convincente. En primer lugar, la preeminencia de que goza la razón, al convertirse en el fundamento último de la moral. En segundo lugar, que las acciones correctas dependan de normas morales parece captar el carácter de obligatoriedad- y no de deseo, aunque racional- que tiene la moral. En tercer lugar, el carácter universal de las normas morales, que hace que nadie pueda considerarse una excepción, introduce el carácter de imparcialidad que tiene la moral. Y finalmente, que el auténtico valor moral resida en la intención, ya que parece más digno de valor moral decir la verdad porque es un deber, que hacerlo por inclinación egoísta. Los críticos han objetado a Kant el carácter absolutista de su teoría, es decir, que no atienda a las circunstancias particulares de cada caso y, por tanto, que los deberes morales no tengan nunca en cuenta las consecuencias de las acciones. Si el deber obliga a no mentir, las consecuencias de que una persona que esconde en la buhardilla a una familia judía diga la verdad a una patrulla nazi pueden ser tan perjudiciales que parecería una inmoralidad confesar la verdad.
ÉTICA
UTILITARISTA
“Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho” - Mill
Para el
utilitarismo –una corriente de la filosofía moral que tiene a Bentham y John
Stuart Mill como sus más importantes exponentes modernos-, son las
consecuencias de nuestras acciones las que deben tomarse en consideración a la
hora de evaluar el valor moral de cada acción. El utilitarismo sostiene que la
utilidad es el criterio de lo que es justo o injusto. Que una acción sea útil
significa que produce un determinado rango de placer o ausencia de dolor. En
este punto, el utilitarismo se reconoce heredero del hedonismo de Epicuro
(buscar el placer y evitar el dolor). Para el utilitarismo, pues, el principio
de utilidad (o principio la mayor felicidad) constituye el fundamento de la
moral. El principio de utilidad sostiene “las
acciones son justas en la proporción con que tienden a promover la felicidad; e
injustas en cuanto tienden a producir lo contrario a la felicidad. Se entiende
por felicidad el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad el dolor y la
ausencia de placer” sostiene Mill en su obra “El utilitarismo”.
Los placeres y los dolores en las acciones no conciernen
exclusivamente al agente, sino a la mayoría de los involucrados en la acción.
Las acciones son justas únicamente si promueven la felicidad general (o del
mayor número posible de personas). Para Mill el placer y la exención del dolor
son las únicas cosas deseables como fines. A diferencia de Bentham, Mill piensa
que los placeres pueden ser avaluados, no sólo cuantitativamente, sino también
cualitativamente. Hay dos grandes clases de placeres: los corporales y los
intelectuales. Siguiendo la tradición filosófica, Mill defiende la
superioridad de los placeres del intelecto por sobre los del cuerpo debido,
principalmente, a la mayor permanencia, seguridad y facilidad de adquisición de
los primeros. Mill asevera: “Los placeres
del intelecto, de los sentimientos y de la imaginación y de los sentimientos
morales (poseen) un valor más elevado en cuanto placeres que los de la pura
sensación (…) los placeres de una bestia no satisfacen la concepción de
felicidad de un ser humano. Los seres humanos poseen facultades más elevadas
que los animales”. No admitir esta diferencia tiene algo de degradante
porque implica desconocer la superioridad de los seres humanos y confundir la
felicidad con la mera satisfacción o contento afirmaría Mil. De este modo, las
elecciones entre las acciones posibles no dependen solamente del número de
placeres a los que dan lugar, sino también del tipo de placer que provocan.
Pero, ¿cómo determinar la diferencia cualitativa entre diversos placeres? La
respuesta de Mill es esta: si, de dos placeres, hay uno al que le dan
preferencia todos (o casi todos) aquellos que los han experimentado, ese es el
placer más deseable. Si aquellos que tienen conocimiento de ambos placeres
colocan uno por encima de otro, entonces está justificado otorgarle a ese
placer la superioridad cualitativa.
Ahora bien, un ser con capacidades superiores
desarrolladas necesita más para sentirse pleno y feliz. Cuanto más simple sea
alguien, más fácil le resultará satisfacerse; sin embargo, una persona
cultivada no va a contentarse con lo más fácil o lo inferior. Como Mill
afirmaba: “Es indiscutible que el ser
cuyas capacidades de goce son pequeñas tienen más oportunidad de satisfacerlas
plenamente; por el contrario, un ser muy bien dotado siempre considerará que
cualquier felicidad que pueda alcanzar, tal como el mundo está constituido, es
imperfecta. Pero puede aprender a soportar sus imperfecciones, si son en algún
sentido soportables. Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo
satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho. Y si el
necio o el cerdo opinan de un modo distinto es a causa de que ellos solo
conocen una cara de la cuestión. El otro
miembro de la comparación conoce ambas caras”. Vale decir que un ser
superior está en mejores condiciones para juzgar lo bueno y, aunque a veces no
pueda alcanzarlo, no estará dispuesto a perseguir lo inferior, porque eso
siempre va a dejarlo en condiciones de insatisfacción.
Así pues, desde la perspectiva utilitarista, toda acción
moral correcta tiene que poder producir cierta utilidad general. Desde esta
perspectiva, la inmolación del héroe o del mártir carece de valor moral si no
redunda en beneficio de los demás. El sacrificio tiene sentido si se realiza
por algún fin, pero el sacrificio mismo no es un fin en sí mismo. A juicio de
Mill, es sólo el estado imperfecto del mundo lo que causa que, en ocasiones, el
mejor modo de servir a los demás sea la renuncia de a la propia felicidad. Es
por ello que Mill ponía énfasis en las reformas sociales. Señalaba que, después
del egoísmo, la principal causa de insatisfacción ante la vida es la falta de
cultivo intelectual, y defendía que las principales calamidades de la humanidad
–la pobreza y la enfermedad- podrían ser combatidas a través del desarrollo de
la inteligencia y del conocimiento.
EN RESUMEN
El principio de
utilidad (o de mayor felicidad) constituye el fundamento de la moral: la mayor
felicidad para el mayor número de individuos. Ahora bien, ¿el fin justifica los
medios? El utilitarismo está dispuesto a admitir que el fin justifica los
medios cuando:
a) El bien del fin supera la suma de todos los males que los medios provocan, b) el fin debe alcanzarse, es decir, no debe haber errores, c) el fin no se puede obtener por otros medios.
TODO TAMBIÉN ESTA EN CLASSROOM ES PARA LOS QUE NO PUEDEN ACCEDER A LA PLATAFORMA.
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