Prácticas
del lenguaje – 3° 2°
Hola, yo de nuevo, la profe Andrea Via. Hoy te propongo leer un
cuento que pertenece al género fantástico. Los cuentos de terror, de Ciencia
Ficción, los que nos presentan eventos que no podrían suceder en la vida
cotidiana pertenecen a este género.
Para empezar, leé el
siguiente cuento y contame si te gusta.
Recordá que me tenés que enviar las actividades
resueltas a mi mail: viaandrea@hotmail.com
Leé el siguiente cuento de Haruki
Murakami, un escritor japonés. Luego, realizá las consignas que aparecen a
continuación.
“El pueblo de los gatos”
El joven viajaba solo, a su gusto, con una única
maleta como equipaje. No tenía un destino. Se subía al tren, viajaba y, cuando
encontraba un lugar que le atraía, se bajaba. Buscaba alojamiento, visitaba el
pueblo y permanecía allí cuanto quería. Si se hartaba, volvía a subirse al
tren. Así era como pasaba siempre sus vacaciones. Desde la ventana del tren se
veía un hermoso río serpenteante, a lo largo del cual se extendían elegantes
colinas verdes. En la falda de aquellas colinas había un pueblecillo en el que
se respiraba un ambiente de calma. Tenía un viejo puente de piedra. Aquel
paisaje lo cautivó. Allí quizá podría probar deliciosos platos de trucha de
arroyo. Cuando el tren se detuvo en la estación, el joven se apeó con su
maleta. Ningún otro pasajero se bajó allí. El tren partió inmediatamente
después de que se hubiera bajado. En la estación no había empleados. Debía ser
una estación poco transitada. El joven atravesó el puente de piedra y caminó
hasta el pueblo. Estaba completamente en silencio. No se veía a nadie. Todos
los comercios tenían las persianas bajadas y en el ayuntamiento no había ni un
alma.
En la recepción del único hotel del pueblo tampoco
había nadie. Llamó al timbre, pero nadie acudió.
Parecía un pueblo deshabitado. A lo mejor todos
estaban durmiendo la siesta. Pero todavía eran las diez y media de la mañana.
Demasiado temprano para echar una siesta. O quizá, por algún motivo, la gente
había abandonado el pueblo y se había marchado. En cualquier caso, hasta la
mañana siguiente no llegaría el próximo tren, así que no le quedaba más remedio
que pasar allí la noche. Para matar el tiempo, se paseó por el pueblo sin rumbo
fijo. Pero en realidad aquél era el pueblo de los gatos. Cuando el sol se
ponía, numerosos gatos atravesaban el puente de piedra y acudían a la ciudad.
Gatos de diferentes tamaños y diferentes especies. Aunque más grandes que un
gato normal, seguían siendo gatos.
Sorprendido al ver aquello, el joven subió deprisa al
campanario que había en medio del pueblo y se escondió. Como si fuera algo
rutinario, los gatos abrieron las persianas de las tiendas, o se sentaron
delante de los escritorios del ayuntamiento, y cada uno empezó su trabajo. Al
cabo de un rato, un grupo aún más numeroso de gatos atravesó el puente y fue a
la ciudad. Unos entraban en los comercios y hacían la compra, iban al
ayuntamiento y despachaban papeleo burocrático o comían en el restaurante del
hotel. Otros bebían cerveza en las tabernas y cantaban alegres canciones
gatunas. Unos tocaban el acordeón y otros bailaban al compás. Al poseer visión
nocturna, apenas necesitaban luz, pero gracias a que aquella noche la luna
llena iluminaba hasta el último rincón del pueblo, el joven pudo observarlo
todo desde lo alto del campanario. Cerca del amanecer, los gatos cerraron las
tiendas, ultimaron sus respectivos trabajos y ocupaciones y fueron regresando a
su lugar de origen atravesando el puente. Al amanecer los gatos ya se habían
ido y el pueblo se había quedado desierto de nuevo, entonces el joven bajó, se
metió en una cama del hotel y durmió todo cuanto quiso. Cuando empezó a sentir
hambre, se comió el pan y el pescado que habían sobrado en la cocina del hotel.
Luego, cuando a su alrededor todo empezó a oscurecer, volvió a esconderse en lo
alto del campanario y observó hasta el albor el comportamiento de los gatos. El
tren paraba en la estación antes del mediodía y antes del atardecer. Si se
subía en el de la mañana, podría continuar su viaje, y si se subía en el de la
tarde, podría regresar al lugar del que procedía. Ningún pasajero se apeaba ni
nadie cogía el tren en aquella estación. Y sin embargo el ferrocarril siempre
se detenía cumplidamente y partía un minuto después. Por lo tanto, si así lo
deseara, podría subirse al tren y abandonar el pueblo de los gatos en cualquier
momento. Pero no quiso. Era joven, sentía una profunda curiosidad y estaba
lleno de ambición y de ganas de vivir aventuras. Deseaba seguir observando
aquel enigmático pueblo de los gatos. Quería saber, si era posible, desde
cuándo habían ocupado los gatos aquel pueblo, cómo funcionaba el pueblo y qué
demonios hacían ahí aquellos animales. Nadie más, aparte de él, debía haber
sido testigo de aquel misterioso espectáculo. A la tercera noche, se armó
cierto revuelo en la plaza que había bajo el campanario. “Qué es eso? ¿No les
huele a humano?”, soltó uno de los gatos. «Pues ahora que lo dices, últimamente
tengo la impresión de que huele raro», asintió olfateando uno de ellos. «La
verdad es que yo también lo he notado», añadió otro. «¡Qué raro! Porque no creo
que haya venido ningún ser humano», comentó otro de los gatos. “Sí, tienes
razón. No es posible que un ser humano haya entrado en el pueblo de los gatos».
«Pero no cabe duda de que huele a uno de ellos». Los gatos formaron varios
grupos e inspeccionaron hasta el último rincón del pueblo, como una patrulla
vecinal. Cuando se lo toman en serio, los gatos tienen un olfato excelente. No
tardaron mucho en darse cuenta de que el olor procedía de lo alto del
campanario. El joven oía cómo sus blandas patas subían ágilmente por las
escaleras del campanario. «¡Esto es el fin!», pensó. Los gatos parecían muy
excitados y enfadados por el olor a humano. Tenían las uñas grandes y aguzadas
y los dientes blancos y afilados. Además, aquel era un pueblo en el que los
seres humanos no debían adentrarse. No sabía qué suerte le esperaría cuando lo
encontraran, pero no creía que fueran a permitirle irse de allí habiendo
descubierto el secreto. Tres de los gatos subieron hasta el campanario y se
pusieron a olfatear. « ¡Qué Extraño!», dijo uno sacudiendo sus largos bigotes.
«Aunque huele a humano, no hay nadie». « ¡Sí que es raro», comentó otro. «En
todo caso, aquí no hay nadie. Busquemos en otra parte». «¡Esto es de locos!».
Movieron extrañados la cabeza y se fueron. Los gatos bajaron las escaleras sin
hacer ruido y se esfumaron en medio de la oscuridad nocturna. El joven soltó un
suspiro de alivio; a él también le parecía de locos.
Los gatos y él habían estado literalmente a un palmo
de distancia en un lugar angosto. No habría podido escapárseles. Y sin embargo,
parecían no haberlo visto. El Joven examinó sus manos. «Las estoy viendo. No me
he vuelto invisible. ¡Qué raro! En cualquier caso, por la mañana iré hasta la
estación y me marcharé de este pueblo en el primer tren. Quedarme aquí es
demasiado peligroso. La suerte no puede durar siempre». Pero al día siguiente,
el tren de la mañana no se detuvo en la estación. Pasó delante de sus ojos sin
disminuir siquiera la velocidad. Lo mismo ocurrió con el tren de la tarde. Se
veía al conductor en su asiento y los rostros de los pasajeros al lado de las
ventanillas. Pero el tren no dio señales de que fuera a parar. Era como si la
silueta del joven que esperaba el tren no se reflejara en los ojos de la gente.
O como si fuera la estación la que no se reflejara. Cuando el tren de la tarde
desapareció a lo lejos, a su alrededor se hizo un silencio absoluto, como nunca
antes había sentido. Entonces, el sol empezó a ponerse. «Va siendo hora de que
los gatos aparezcan.» El joven supo que se había perdido. «Este no es el pueblo
de los gatos», se dio cuenta al fin. Aquel era el lugar en el que debía
perderse. Un lugar ajeno a este mundo que habían dispuesto para él. Y el tren
jamás volvería a detenerse en aquella estación para llevarlo a su mundo de
origen.
¡A
trabajar!
1) Hacé una lista con las palabras que no conocés
y buscalas en el diccionario.
2) ¿Quién escribió este texto?
3) ¿Cuál
es el motivo de la llegada del protagonista al pueblo?
4) ¿En qué lugar ocurren las acciones
principales? Transcribí un párrafo que justifique tu respuesta
5) ¿En qué espacio se refugia el protagonista?
¿Por qué pensás que eligió ese lugar?
6) Detallá qué actividades realizan los gatos en
la primera aparición frente al protagonista
7) ¿Por qué estas acciones le llaman la atención
al joven?
8) ¿Por qué pensás que los gatos no ven al
protagonista? ¿Por qué no para el tren en la estación?
9) Al comienzo del cuento se dice que el pueblo
al que llegó el joven es “(...) el pueblo de los gatos”. ¿Cuál es el motivo de
esto?
10) Sin embargo, al final del texto se lee:
“<<Este no es el pueblo de los gatos>>, se dio cuenta al fin”.
¿Cuál es la razón por la que el narrador afirma esto?
Actividad de producción:
Te propongo
que escribas un cuento breve donde en algún momento aparezca o se plantee
“un mundo alternativo”.
Antes de
empezar a escribir tené en cuenta los siguientes pasos que tenés que seguir
para que todos los textos que escriban sean correctos:
1-
Pensá qué querés decir, contar, explicar, etc.
2-
Hace un borrador con los puntos principales (una especie de
gráfico de los contenidos)
3-
Empezá a escribir el borrador.
4-
Revisá lo que escribiste y si es necesario corregílo.
5-
Revisá la ortografía, las mayúsculas, los signos de puntuación,
etc.
6-
Si podés, leele lo que escribiste a alguien (un familiar, un
amigo, un compañero) para que te diga si es claro o leelo en voz alta para vos
mismo.
Para
ayudarte, antes de escribir un primer borrador respondé (mentalmente o por
escrito) estas preguntas:
1-
¿Quién es el/la protagonista? ¿Dónde está al comienzo de la
historia? ¿Qué conflicto deberá enfrentar o resolver?
2-
¿Cómo llega al mundo alternativo... a través de una puerta, de un
túnel, de un vehículo, atraviesa un espejo? ¿Por qué viaja de un mundo a otro?
3-
Y ese mundo diferente... ¿es mejor o peor que el nuestro?, ¿es
peligroso?, ¿qué tipos de personajes lo habitan?
4-
Al final, ¿el/la protagonista logra salir de ese otro mundo?
¿Cómo? ¿Ese viaje a otro mundo lo/la cambia de alguna manera?
Extensión
aproximada: 15 renglones.